viernes, 25 de julio de 2008

Estudios Teológicos de la Informática (internet)


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LA EVANGELIZACIÓN EN LA ERA DIGITAL

La Evangelización de la era digital debe ir dirigida a todo el hombre, sin prescindir de la Evangelización de la inteligencia, pero sin quedarse solamente en ella. Hay que llegar al hombre y la mujer que viven en y de Internet, y hay que llegar a ellos también a través de la Red, proponiéndoles desde la verdadera salvación, la única salvación de Cristo.

Evangelizar desde Internet.

“Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina” Estas palabras de Pablo nos siguen recordando que “el deber de dar testimonio de la muerte y la resurrección de Jesús y de su presencia salvífica en nuestras vidas, es tan real y apremiante como el de los primeros discípulos. Hemos de comunicar la buena noticia a todos aquéllos que quieran escuchar. Es indispensable la proclamación personal y directa, en la que una persona comparte con otra su fe en el Resucitado. Igualmente lo son otras formas tradicionales de sembrar la Palabra de Dios. No obstante, al mismo tiempo debe realizarse hoy una proclamación en y a través de los medios de comunicación social.

La Iglesia se sentiría culpable ante el Señor si no utilizara estos poderosos medios’”. Y uno de estos medios es Internet. Si verdaderamente la Iglesia tiene conciencia de lo que el Señor quiere que sea, surge de ella una singular plenitud y una necesidad de efusión, con la clara advertencia de una misión que la trasciende y de un anuncio que debe difundir. Es el deber de la Evangelización. Es el mandato misionero. Es el ministerio apostólico. No es suficiente una actitud fielmente conservadora.

Ciertamente tendremos que guardar el tesoro de la verdad y de gracia legado a nosotros en herencia por la tradición cristiana; más aún, tendremos que defenderlo: “Guarda el depósito”, amonesta san Pablo. Pero ni la custodia, ni la defensa encierran todo el quehacer de la Iglesia respecto a los dones que posee.

El deber congénito al patrimonio recibido de Cristo es la difusión, es el ofrecimiento, es el anuncio: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes”, es el supremo mandato de Cristo a sus Apóstoles. Estos, con el nombre mismo de Apóstoles, definen su propia e indeclinable misión. A este impulso interior de amor que tiende a hacerse don exterior es a lo que S.S. el Papa Pablo VI llamaba “diálogo”. Todo católico, desde su testimonio personal, desde su vida, es también responsable de esta misión de la Iglesia. También cuando se asoma al cibermundo debe sentirse comprometido a dar lo que ha recibido, a ir y enseñar a todas las gentes. Así, Internet, se convierte para él en un areópago desde el cual proclamar el nombre de Cristo.

Evangelizar es abrir las riquezas de la Revelación a los hombres, es anunciar la inescrutable riqueza de Cristo, y esclarecer cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde siglos en Dios. No se puede evangelizar cuando se traiciona la verdad del mensaje. Por ello, “la solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una atenuación o disminución de la verdad. Nuestro diálogo no puede ser una debilidad respecto al compromiso con nuestra fe.

1 comentario:

fernanda dijo...

Interesante sus publicaciones y de gran relevancia para la época en que vivimos.